Aragón

Qué ver en Canfranc: Ruta de los búnkeres y Cuevas Villanúa

Quinto día e íbamos a hacer una de las rutas que más ganas teníamos, ya que íbamos a ver la gran estación de Canfranc desde lo alto, esta era la “Ruta de los búnkeres de Canfranc, Línea P” (aquí la podéis ver en Wikiloc).

Como siempre, nos levantamos pronto para llegar y ver la ruta de Canfranc temprano, una de las rutas de senderismo más buscada de Huesca. No desayunamos en casa, ya que íbamos a desayunar un chocolate con churros en la cafetería donde estuvimos esperando el primer día al espectáculo de luces y sonidos (os dejamos el vídeo por si lo queréis ver).

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Desayuno en Canfranc para empezar bien el día

A las 11 de la mañana ya estábamos poniendo rumbo a la ruta, la cual comienza al lado de la central eléctrica que hay a la entrada de Canfranc, cerca de la Plaza de Europa.

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Cascada artificial y tuberías de la central hidroeléctrica

Índice de contenidos

Ruta de los búnkeres de Canfranc

La ruta tiene unos nueve kilómetros y llega hasta una altitud de 1.450 metros, aunque claro está, la puedes acortar o alargar (la original es más larga que la que hicimos nosotros). El camino es muy fácil de realizar, tanto para subir como para bajar. La subida la realizamos por una pista ancha (pasaban coches del ayuntamiento) y la bajada por un sendero bastante visible y fácil.

Nosotros cogimos el sendero que señala la subida a Picauve, los 1.450 metros, aunque una vez llegado a este punto, se puede seguir avanzando unos veinte minutos por un sendero más difícil hasta llegar a la Pista de Coll de Ladrones.

Durante la subida, pudimos observar los nidos de ametralladoras de la Guerra Civil los cuales se construyeron para proteger la frontera y la estación de Canfranc de una posible entrada de las tropas aliadas por la frontera y evitar la huida de las personas contrarias al régimen franquista por la ruta de la frontera hacia Francia. Estos búnkeres están indicados en la ruta y son visibles en la actualidad a simple vista. 

Por todo el camino, y debido a la época en que realizamos el viaje (en Semana Santa de 2.018, el 28 de Marzo exactamente), caían mini cascadas del deshielo, haciendo de la ruta una auténtica belleza.

Casita Blanca

A los 1.310 metros de altura se encuentra la “Casita Blanca”, un antiguo vivero forestal que se utilizaba para la reforestación de la zona, actualmente, la gente lo utiliza de refugio de montaña.

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Casita blanca

Setenta metros por encima de la “Casita Blanca” se encuentra el Refugio de Picauve, ya estábamos en los 1.380 metros de altitud. A estas alturas, nos encontrábamos carámbanos que colgaban de las paredes que marcaban el camino, alguno incluso de más de medio metro.

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Refugio Picauve

Alto de Picauve

Terminamos de subir el último tramo que nos quedaba de pista ancha hasta llegar a Picauve y a los 1.450 metros de altitud. Picauve es una explanada de verde hierba desde donde se pueden ver unas de las mejores vistas de la estación de Canfranc.

En Picauve se encuentra el senderillo de los búnkeres, por donde podréis caminar entre nidos de ametralladoras, búnkeres por los que podréis entrar por una puerta y salir por otra, posiciones de antiaéreos y todos con una pequeña descripción para entender lo que allí se construyó hace más de setenta años y con qué fin.

Nosotros aprovechamos para descansar un rato antes de la bajada y, mientras lo hacíamos, empezamos a escuchar unos estruendos muy grandes, no sabíamos lo que era ni de dónde venía, hasta que tras pasar unos arbustos, vimos frente a nosotros como la nieve caía ladera abajo por la montaña que estaba al otro lado de Canfranc.

Bajamos buscando el sendero que nos llevaría de vuelta a la estación. Este se encuentra muy cerca de la “Casita Blanca”, que aun estando bien señalizado, nosotros lo pasamos de largo al pensar que estaba más abajo.

El sendero se baja fácil, saltando pequeños ríos que se han formado por el deshielo o esquivando árboles caídos. Bajamos muy bien hasta llegar de nuevo a una pista, que nos llevaría a ver lo que fue un “abrigo” donde las tropas guardaban material.

Estación de Canfranc

Desde aquí, sale una senda llana que transcurre por la parte de atrás de la estación, dejando ver los trenes que, en otra época, circulaban por sus vías y la industria que se construyó a  su alrededor. Por fin encontramos un sitio por el que poder acceder al interior del recinto y poder ver el paso del tiempo de las cocheras y los trenes.

Salimos por un hueco de la valla que daba acceso a unos huertos y a un puente que cruzaba el río Aragón. Callejeamos un poco hasta encontrarnos de nuevo en la Plaza de Europa, punto donde habíamos dejado el coche. Nos montamos en él y fuimos hasta la entrada la principal de la estación, donde aparcamos para comer en el Asador La Brasa.

Comimos unos pintxos, tomamos una cerveza y debatimos sobre cuál era nuestro siguiente destino. Después de ver Canfranc, habíamos mirado ir a Jaca pero después de ver los paisajes del pirineo oscense, decidimos disfrutar de naturaleza.

Pusimos rumbo a Villanúa. Un pequeño pueblo de Huesca con cuevas y de unos 450 habitantes, pero como muchos pueblos pequeños, tiene un encanto que no se puede perder. 

El pueblo está asentado sobre roca caliza, lo que hace que a su alrededor, y gracias a los masivos deshielos y al río Aragón, se hayan formado cuevas. Algunas cuevas están datadas en el año 3.000 a.C, como la Cueva de las Güixas, donde se encontraron restos de cerámicas de la época Eneolítica.

Cuevas de Villanúa

Como os imaginareis, lo que fuimos a visitar fue la Cueva de las Güixas. Aunque el nombre nos parezca similar al de las brujas (y así lo cuenta la tradición oral del pueblo), lo relacionan con las güixa, judía. Esto es porque se encontraba cerca de donde se cultivaba esta legumbre.

En la actualidad, la cueva se encuentra viva, ya que por su interior corre el cauce de un río seco. En las épocas de grandes deshielos, vuelve a correr el agua por él, llegando incluso a tener que cerrar la cueva al público por inaccesible.

Una peculiaridad de la cueva, es que posee una “chimenea” de 16 metros de altura debido a un colapso del suelo en la antigüedad y desde donde, cuentan las malas lenguas, las brujas practicaban sus aquelarres a la luz de la luna.

Su interior está bastante bien adaptado, pero no es accesible 100%, a parte de las escaleras de acceso, hay un tramo en el cual hay que pasar en silencio, rápido y sin usar el móvil, ya que en esa zona habitan más de 500 murciélagos protegidos.

Para poder acceder a la cueva, hay que ir al Centro de Interpretación de Villanúa, lo que también es su Oficina de Turismo, y desde aquí sale la visita guiada hasta la cueva. Alrededor del centro hay un agradable paseo bordeando el río Aragón y desde donde podréis ver como el agua emerge desde las paredes y cuevas del cauce.

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Río Aragón emergiendo de las paredes de la Cueva de las Güixas

Estación de esquí de Candanchú

Aún eran las seis de la tarde, y ya no íbamos a hacer nada más que irnos a casa y descansar, así que decidimos hacer una pequeña escapada rápida y subir a la estación de esquí de Candanchú a verla.

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Estación y pueblo de Candanchú

No nos gusta el esquí, solamente fuimos por ver el camino que había hasta llegar y contemplar la nieve en la estación.Así que, tras subir y bajar de Candanchú, ver Canfranc y las cuevas de Villanúa, cogimos el coche, entramos en calor, y volvimos a Aquilué a descansar.

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Javier Esteban del Río
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3 comentarios en «Qué ver en Canfranc: Ruta de los búnkeres y Cuevas Villanúa»

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